Por Luis Eduardo Vivero.
Golpeada
por los puños de un huracán
usada
como una bolsa de té
humillada
ante tus huesos
despreciada
como un café frío
arrastrada
por las olas de tu ira
maltratada
como las calles de Breña
lanzada
como quien escupe en la calle
abusada
como la encuestadora
incendiada
por despecho en un bus
cortada
como un trozo de carne
estrangulada
como una gallina que va a la olla
enterrada
porque no la puedes controlar.
Seguro que ella tuvo la culpa
dijo la sociedad
apuesto a que se lo buscó
dijo la vecina
ella quería
dijeron los culpables
él es inocente
dice su madre
solo fue un juego
aseguró el violador
pero mira cómo se viste
cuchichea un señor
está exagerando
dice la familia
ella lo provocó
asegura el cardenal
fue un designio del destino
espetó el presidente.
Y es que no hay nada de malo
en un piropo
en agarrarte las tetas
por un poco de placer
en meterte la mano
porque me da la gana
y sobarte en el bus
ante una indiferencia total
podría quitarte la ropa
a tirones
si así lo quisiera
y luego correr
esconderme en mi culpa
hasta que la mañana me encuentre
y me condene un poco
apelaría a beneficios
luego de un año de buena conducta
y al final de algún tiempo
vería la luz del sol.
“Solo quería quemarle la cara”
pero le incendiaste la vida
sus sueños se evaporaron
en una muerte temprana y dolorosa
para un alma cansada
que solo pretendía llegar a casa.
“Ella me pertenece”
sonaba en tu mente torcida
navegaba en tus aguas nauseabundas
contaminadas por celos filudos
y en tus manos deshonrosas
sostienes el corazón que no tienes.
“Serás mía o de nadie”
alcanzaste a decir
mientras su piel se convertía
en tierra volcánica
lacerada e insufrible
castigada por dioses machistas
que no aceptan un no.
“La maté porque era mía”
sentenciaste sin remordimiento
pero aún así no la tuviste
solo un pajarito inerte
sobre el cemento frío y húmedo
que quería volar libre
que solo pretendía llegar a casa.
Escritor de literatura infantil y de cuentos para niños grandes. Emprendedor, meditador e Ingeniero electrónico. Viajero cósmico y enamorado de la vida.