Por Luis Eduardo Vivero.
Lalito estuvo persiguiendo al gato durante toda la mañana hasta que finalmente lo atrapó. Por fortuna, Guachimán no lo arañó ni nada por el estilo, sino que se rindió ante su suerte y destino. Entonces el pequeñito transportó como pudo al felino bajo su brazo, como quien lleva una pelota de fútbol. De hecho el «Guachi» estaba bastante gordito…
Junto a ellos iba Rocky, un perro tremendo y fuerte, el guardián de la familia. No hacía nada mientras no hubiera alguna amenaza real, y acompañaba a Lalito a donde fuera, moviendo la cola y babeando por todas partes.
Cuando Lalito llegó a la sala del lavado, abrió la puerta de la lavadora e intentó echar adentro al «Guachi», cosa que como imaginarán no fue nada de fácil, porque el gato se sujetó con las garras y todas sus fuerzas a la puerta redonda. Aquí fue cuando la historia dio un giro inesperado; justo en el momento en que Lalito tomó impulso para empujar al «Guachi», este último se corrió hacia un lado, quedando el niño dentro de la lavadora. Rocky paró las orejas y se puso nervioso, no era para menos. Entonces sin esperar a que Lalito pudiera salir de la lavadora, el «Guachi» presionó el botón Inicio de la lavadora…
La máquina comenzó a dar vueltas y Lalito se puso pálido, más que nada por el mareo que le producían las vueltas y por el agua que comenzaba a tragar. Ahí Rocky se puso a ladrar para llamar la atención de los humanos. Luego de otras tres vueltas de la lavadora, el «Guachi» presionó el botón nuevamente para detener la lavadora, por lo cual Lalito pudo salir. No le había pasado gran cosa, pero sí se había llevado un gran susto.
Los adultos llegaron corriendo a ver qué estaba pasando; encontraron el piso todo mojado y un poco de vómito. Lalito estaba bien y Rocky le había estado limpiando la cara a lengüetazos. Entonces sucedió algo increíble: el «Guachi» se había metido adentro de la lavadora y se estaba haciendo el muerto. La mamá de Lalito reprendió fuertemente a su hijo por lo que había hecho, y el papá recriminó a Rocky por no haber hecho su trabajo como cuidador del hogar.
Como resultado, la mamá tomó al «Guachi» en brazos y lo tapó con una manta, mientras le hacía cariño. El papá llevó a Lalito a cambiarse ropa y Rocky se quedó castigado en el patio.
Lalito nunca más volvió a hacerlo.
Escritor de literatura infantil y de cuentos para niños grandes. Emprendedor, meditador e Ingeniero electrónico. Viajero cósmico y enamorado de la vida.