Por Luis Eduardo Vivero.
– Dedicado a niñas y niños afroamericanos.
Mi color lo copiaron del helado de chocolate,
por eso yo bailo y digo «bate que bate».
Mi color es de las profundidades del mar,
para bajar hasta ahí, hay que saber amar.
Mi color es el del cielo al anochecer,
el del mar calmo antes del amanecer.
Mi color es el de las nubes cargadas
de perlas azules y acarameladas.
Mi color sabe a moras campestres,
frutos oscuros, dulces y silvestres.
Mi color es orgullo afroamericano,
sabiduría ancestral del altiplano.
Mi color viene de las estrellas,
palpitantes, eternas y bellas.