Cada uno tiene sus propias razonas, estas son las mías y nadie me las quita. Además tiene puntos extra porque lo hizo solita.
1.- Cuando era niño mi mamá jugaba tanto conmigo que muchas veces se le pasó la hora para preparar el almuerzo. No importaba si se trataba de jugar en la tierra con autitos, contar cuentos o jugar a esconderse, siempre tuvo tiempo para hacerme saber que yo era una prioridad en su vida.
2.- De forma independiente de si lo estaba pasando genial o estaba castigado por haberme portado mal, mi mamá se encargó constantemente que supiera cuánto me amaba.
3.- Cuando quise aprender a andar en skate, mi mamá aprendió a andar en patineta para luego enseñarme. Esto es una de las cosas más tiernas que ha hecho una mamá por su hijo en toda la historia de la humanidad, ¿no les parece?
4.- Me enseñó a defenderme de otros niños que querían golpearme en la escuela. Como resultado, cierta tarde aparecí en la puerta de la casa con un niño a quien tenía agarrado de la camisa y al cual estuve a punto de pegarle, diciendo: «¡mira mami, aprendí a defenderme!». Por suerte ella me detuvo, sobre todo considerando que la mamá del niño estaba a unos pocos metros de ahí…
5.- Me enseñó la importancia de desarrollar la paz y el autocontrol – a través de unos baños de agua fría e inmersiones que te las encargo, pero esos son detalles para lo conseguido…
6.- De maneras que no comprendí por mucho tiempo, me mostró lo fuerte y decidida que puede ser una mujer. A diferencia de lo que se cree comúnmente, los hombres muchas veces somos más débiles y menos decididos que las mujeres. Sin embargo, con un ejemplo como ella supe que un hombre puede llegar a ser tan fuerte como una mujer que se para ante el mundo y que está decidida a sacar a su hijo adelante, porque para ello hay que real realmente valiente.
7.- De diversas formas y en diferentes circunstancias me instruyó a ir más allá de mis límites autoimpuestos, algo que sin duda es una de las herramientas más útiles a la hora de trabajar en la consecución de tus sueños.
8.- Me instruyó la relevancia de perdonar; eso que significa dejar de joderte la cabeza y el corazón con algo que pasó hace tiempo y que ya no se puede remediar, sin necesidad de olvidar el asunto, pero dejándolo ir y limpiando el alma. Lástima que me demoré como cuarenta años en aprenderlo, pero bueno, ya sabes que algunas cosas toman tiempo (no me presiones)…
9.- El tiempo que estuvimos juntos no consistió en dejar que los días pasaran solamente; más bien me entrenaste para dar lo mejor de mí, de forma independiente de si lo que estaba realizando era algo que se me daba naturalmente o si tenía que trabajar duro para conseguirlo.
10.- A través de la práctica y de su propio ejemplo, en múltiples oportunidades me enseñó cómo actúa el amor incondicional, más allá de lo que se experimenta o percibe generalmente.
Gracias por todo mami, ¡la rompiste!
Escritor de literatura infantil y de cuentos para niños grandes. Emprendedor, meditador e Ingeniero electrónico. Viajero cósmico y enamorado de la vida.